No era Robison Crusoe, fue Alejandro Selking

En el año de 1904, al mando de un navío de la época, se encontraba el capitán Strading. Strading gobernaba el barco con Alejandro Selking como contramaestre.

En uno de sus viajes, ambos, capitán y contramaestre discutieron y llegaron a tal punto que Strading decidió abandonar a Selking en una isla. La isla en cuestión se llamaba Juan Fernández en honor del explorador español de mismo nombre que la descubrió. La isla que pertenece en la actualidad a Chile paso a llamarse con el tiempo “Más a tierra” y en la actualidad se conoce como Robinson Crusoe (Chile se la dedicó al héroe de Daniel Defoe).

El caso es que Selking, el contramaestre abandonado a su suerte, paso en la isla 5 años hasta el día en el que los marineros de un barco vieron una hoguera en una isla que hasta ese momento consideraban desierta.

Woodes Rogers, que así se llamaba el capitán del barco que recupero de la soledad a Alejandro, escribió en su diario de a bordo sobre él:

“En los primeros momentos que paso entre nosotros su alegría era inmensa, pero en la soledad había casi olvidado su lengua y nos costó muchísimo comprenderle; pronunciaba las palabras lentamente y con gran espacio de tiempo entre una y otra. Sin conexión entre ellas. Al cabo de tres días empezó a recordar su vocabulario.

Durante los primeros ocho meses le costó mucho combatir la melancolía que le acosaba. Durante mucho tiempo no pudo soportar el horror de su soledad”.

Rogers, su nuevo capitán, le enroló en su barco y Selking volvió a Inglaterra en 1911.

… según se cuenta esta historia llegó a oídos de Daniel Defoe que en 1917 publicó su libro “La vida y las extrañas y sorprendentes aventuras de Robinson Crusoe”.

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