
El sambenito era una capa o escapulario, que la Santa Inquisición imponía a los condenados para que llevaran su falta visible. El origen de esta práctica se remonta a las ropas que desde hace mucho tiempo se usaban en la Iglesia como método de penitencia, conocidas como “sacos benditos”.
El condenado, que podía dar gracias a Dios por no acabar en el infierno, estaba obligado a llevar esta marca pública como vestimenta durante uno o dos años en el mejor de los casos, o para toda su vida.
Pero como esta marca no era del todo indeleble en el hereje, en ocasiones la iglesia local a la que “pertenecía” el condenado, colgaba el sambenito una vez finalizada la penitencia, de tal forma que el castigo se extendía en el tiempo y incluso alcanzaba a las siguientes generaciones.
El sambenito, también es un “letrero que se ponía en las iglesias con el nombre y castigo de los penitenciados, y las señales de su castigo.”. Pero en significado que impregna el dicho que se utiliza actualmente responde a la capa o saco, no al letrero.