Coco Chanel, la Mujer que Quiso ser Cantante y Cambió la Forma de Vestir de las Mujeres

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Gabrielle Chanel quiso ser, en un principio, cantante y consiguió que el dueño de un café en París le permitiera cantar sus dos canciones favoritas, Cocorico y Qui vu Coco? (¿Quién vio al coco?). Los que asistían al café comenzaron a llamarla así, aunque también se dice que su padre solía llamarla Coco cariñosamente.

Coco nació en Saumur, Francia, el 20 de Agosto de 1883. Tuvo seis hermanos entre ellos a su hermana Lucienne. Pero pronto quedo huérfana de madre, a los siete años. El padre intento dejar a sus hijos al cuidado de sus abuelos, pero estos no aceptaron, argumentando que era demasiada responsabilidad para dos ancianos. Los tres varones fueron acomodados en casas de familias de granjeros y las tres niñas permanecieron un tiempo en la casa de unas tías, quienes luego las internaron en un orfanato. Gabrielle no volvió a ver a su padre.

A los 17 años ingreso al convento de Moulins, en Francia. No fue una alumna brillante para las monjas, que trataban de enseñarle el arte de la costura. Pero Gabrielle mostraba señales de independencia desacostumbradas para su tiempo. Finalmente deserto, no quería que nada le impidiera cantar en los escenarios.

Creía que su educación había concluido y estaba lista para salir al mundo, por lo que se dirigió a Paris, una ciudad palpitante en el año de 1900. Tenia 18 años, unos ojos negros que llamaba mucho la atención, igual que una personalidad que comenzaba a ser arrolladora, pero nunca se distinguió por su belleza. Entonces comenzó a cantar en un café parisino.

Desgraciadamente, no tenía una gran voz. Un amigo suyo acostumbraba a apostar en los hipódromos y solía invitarla. Coco no provenía de una familia acaudalada, así que su destino con seguridad seria de un mal matrimonio o trabajar.

Consiente de esta situación, se las ingeniaba para verse bien. Al lado de su hermana, trabajaba en la tienda de Santa Maria, en la rue de l`Horloge. Juntas comparten una habitación de alquiler y asisten de vez en cuando al teatro.

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Las mujeres de esa época se vestían de una forma muy recargada, con muchos adornos y faldas largas, pero Coco era desafiante y le gustaba retar a los convencionalistas sociales.

Descubrió que podía expresarse con su vestimenta. Aunque quizá no era totalmente consiente de la represión de la época que se iba quedando atrás con el nacimiento del siglo XX, entendió que podía usar sus conocimientos de costura para adaptarse a los nuevos tiempos. Con su hermana, recorre las avenidas y bulevares de París con trajes sin corsé, confeccionados por ellas mismas.

Escandalizaba a las damas, quienes se resistían a abandonar los accesorios antiguos, como la faja y el sombrero. Luego aparecía en el hipódromo con faldas largas hasta los tobillos, camisas blancas y, en la cabeza, un austero sombrero hecho de paja que contrastaba con los profusamente ornamentados de las demás asistentes. Su forma de vestir causa estupor.

Al principio, Coco se sentía rechazada, pero se sorprendió mucho cuando esas mismas mujeres comenzaron a pedirle consejos sobre como vestirse. Querían encargarle la confección de sombreros como los suyos. Por su acertado instinto de negociante, Gabrielle comprendió que su ideas podían agradar alas mujeres del nuevo siglo.

Pidió apoyo a sus hermanas para iniciar la elaboración y venta de sombreros. En un pequeño taller, recibía alas clientas e ideaba los modelos, Lucienne cosía y su otra hermana, Antoinette, se ocupaba del resto.

Debido a sus éxitos, en 1910 se tuvo que mudar a un taller más grande. Incluso, se llega a hablar de sombreros en la prensa. Ya es 1913 y presagios de guerra invadían Europa: era la inminencia de la primera guerra mundial. Coco se marcha a Deauville, en Normandía.

Ahí inaugura una sucursal de su casa pero esta vez, además de sombreros, esta decidida a vender ropa. No sabe por donde empezar, de pronto, empieza a madurar la idea de que las demás mujeres debían liberarse de la prisión del corsé, una prenda interior armada con varillas y sujeta con largos lazos intrincadamente anudados, el corsé cubría el pecho y oprimía el estomago, lo que las hacia ver mas delgadas.

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Pero Coco sabia que esa prenda no las dejaba respirar, era terriblemente incomoda, pues dificultaba los movimientos y alteraba la forma natural del cuerpo humano.

En este tiempo la casa de las modas mas vanguardista ya tiene nombre: Coco Chanel. Sus faldas largas con camisas se vuelven prendas muy codiciadas y aumenta su demanda.

Coco se fijo en el tejido de punto, tosco y poco atractivo, y le dio nueva vida al crear trajes que mostraban la suavidad del movimiento femenino. Las mentes de las mujeres se estaban liberando, ahora Coco les ayudaba a la liberación de su cuerpo.

Ya no eran esclavas del corsé y de los vestidos pomposos que las inmovilizaban, por fin vestirse era una tarea rápida, practica, además de elegante.

Coco rompió con muchas barreras al proponer que las mujeres vistieran pantalones – antes reservados para los hombres y las amazonas–, las prendas deportivas, vestidos de talle chemise, faldas con el largo “Chanel” (debajo de la rodilla) que dejaba ver las piernas, chaquetas bicolores sin cuello y suéteres flojos. Uno de sus novios fue in príncipe ruso, quien la llevo a su patria y le enseño una gran variedad de prendas preciosas.

Coco se preguntaba porque las joyas solo podían ser usadas por las aristócratas y las damas ricas, si las demás mujeres también gustaban del brillo del diamante, el esplendor de una esmeralda y el misterio de un ópalo. Invento la bisutería y colgó joyería de fantasía en los cuellos de las francesas. Ahora todas llevaban tiras de perlas, aretes y pulseras de aleaciones de metales, que sustituyeron al oro, exclusivo de las clases pudientes.

Tal vez sin siquiera darse cuenta, Coco contribuyo a mezclar las clases sociales, antes estrictamente diferenciadas, hasta hacerlas tan indistinguibles, al menos en su apariencia.

También diseño bufandas y carteras en telas acolchadas con cadenas de oro para colgar en el hombro en las grandes fiestas.

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Eran los felices años veinte, la guerra había quedado atrás y las mujeres imitaban a Coco, quien llevaba el pelo corto al estilo masculino, usaba cinturones flojos a la altura dela cadera, tomaba baños de solo y bailaba charleston.

No dibujaba sus diseños si no que trabajaba sobre el cuerpo de las modelos durante largas horas. A veces parecía más una escultora que una diseñadora de modas. Sus trajes de chaqueta con bies contrastante y sus blusas blancas surgieron gracias a ese trabajo.

Visto a mujeres con prendas cómodas, que antes solo empleaban los hombres, como el suéter de cuellos de tortuga, los sacos, las gabardinas y las chaquetas.

El vestido negro fue revolucionario: ese color solo podía ser usado por personas durante el luto, pero Coco lo hizo atrevidamente alegre digno de emplearse el cualquier ocasión.

Combinaba colores sobrios, especialmente el blanco y el negro, lo que le daba ala ropa un aire de elegancia insuperable. Complemento su propuesta con zapatos prácticos de dos tonos y sin tacón, que ya se han hecho clásicos. Podría decirse que Coco era la única que vestía alas mujeres de pies a cabeza.

Ya tenia 40 años cuando tuvo la idea de crear un perfume. El perfumero le llevo varias muestras, y ella eligió la número 5, una de las fragancias más legendarias. Siempre fue una mujer polémica.

Antes de ella, los modistos y las costureras formaban parte del personal del servicio, hombres y mujeres anónimos que debían trabajar para la clase acomodada sin hacer propuestas propias.

Jamás podrían convivir de igual a igual con sus patrones, mucho menos recibir un saludo si se encontraban con ellos fuera de sus talleres o de la casa adinerada que debían visitar para llevar sus encargos y tomar medidas. Pero Coco, quizá sin advertirlo, ayudo a difuminar las líneas que delimitaban los estratos sociales.

Multimillonaria y sola, murió en sus habitaciones del hotel Ritz a los 88 años, un domingo de enero de 1971.

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