Groucho Marx Sin Corbata

Julius Marx, al que todos conocemos como Groucho, fue a cenar una noche a un hotel muy elegante. Vestía sin corbata y resulto que en ese elegante restaurante era obligatorio llevarla alrededor del cuello.

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Al entrar se acerco el maitre y le dijo:

– Lamento advertirle que no lleva usted corbata.

– No lo lamente – contesto rápidamente Groucho Marx -, todavía me acuerdo de cuando no tenía ni para calzoncillos.

Pero el maitre siguió insistiendo. Y entonces Groucho tuvo una de aquellas salidas “impertinentes” que le caracterizaban. Se plantó en mitad de la sala, delante de un señor calvo, y protestó airadamente:

– ¡No hay derecho! A mi no me dejan entrar sin corbata y a este señor le dejan entrar sin pelo.

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