Velatorios y Entierros en la Edad Media

En la Edad Media cualquiera que viese a alguien que pudiera pensar que estaba muerto, procedían a preparaban el entierro. El cuerpo era colocado sobre la mesa de la cocina durante algunos días a la espera de que la familia, mientras no dejaban de comer y beber delante del cadáver, esperando a que volviese en si o no.

De esta acción surgió el velatorio que hoy se hace junto al cadáver.

Una vez confirmada la muerte por la familia, los lugares para enterrar a los muertos eran pequeños y no había siempre suficiente sitio para todos. Los ataúdes eran abiertos, retirándose los huesos para meter otro cadáver. Los huesos se dejaban en osarios. A veces al abrir los ataúdes, se percibía que el enterrado había arañado la tierra, signo de que había sido enterrado vivo.

En esta época surgió la idea de, al cerrar el ataúd, sujetar a la muñeca del difunto un hilo y pasarlo por un agujero del ataúd y atarlo a una campanilla sobre la tierra. Si el individuo estaba vivo solo tenia que tirar del hilo y sonaría la campanilla, siendo desenterrado. Para ello una persona estaba al lado del ataúd durante unos días.

De esta acción surge la expresión “Salvados por la campana” que usamos hoy día.

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