El Obispo que Accedió a Ver al Ateo en su Lecho de Muerte

El obispo estadounidense Phillips Brooks (1835 – 1893) pasará a la historia – entre los que le conocían – por su gran ingenio y su acusado sentido del humor y entre los que no le conocieron como un Clérigo episcopal americano con grandes dotes como predicador.

Llegada su hora, cuando se encontraba en su lecho de muerte el obispo decidió que no quería recibir a nadie y que sus últimas horas serían para él. Y así fue como se lo dijo a todos sus allegados. Cuando alguien trataba de visitarle siempre se encontraba con un no por respuesta. Y así fue hasta que le anunciaron la visita de Robert Ingersoll, el ateo.

Inesperadamente el obispo dijo:

– Que pase enseguida.

Robert Ingersoll, impresionado, paso a la sala donde se encontraba Brooks preguntándose a que se debería tanto honor, al fin y al cabo era el único que había podido acceder a verle. Rápidamente encontró respuesta:

– No me agradezca nada – dijo el obispo. Espero ver a mis amigos en el cielo. Pero a usted es la última oportunidad que tengo de verlo. 

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 Antes de muerto, el obispo Brooks nos dejo algunas frases:

“No pidáis a Dios que os de una carga apta para vuestros hombros; pedidle unos hombros aptos para soportar vuestras cargas.”

“La grandeza de una persona se puede manifestar en los grandes momentos, pero se forma en los instantes cotidianos.”

“El mejor servicio que podemos prestar a los afligidos no es quitarles la carga, sino infundirles la necesaria energía para sobrellevarla.”

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