Pueblos Malditos en España: Los Vaqueiros de Alzada

Según Francisco Feo Parrondo, en su libro “Los Vaqueiros de Alzada”, la población rural del occidente asturiano se divide en tres grupos contrapuestos: “marmuetos o marinuetos” (lugareños de la zona litoral asturiana), “xaldos” (lugareños de la parte montañosa de vida sedentaria) y “vaqueiros”.

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Los vaqueiros Vivian en la zona occidental de Asturias y la parte norte de León, y hoy como tales ya han desaparecido. Eran un pueblo orgulloso y estilo de vida diferente, por ello fueron marginados.

Se encontraban en los concejos de Tineo, Salas, Valdés, Belmonte, Navia, Cudillero, Villayón y Somiedo. Según Gaspar Melchor de Jovellanos en su carta a Antonio Ponz de 1793: “Vaqueiros de alzada llaman aquí a los moradores de ciertos pueblos fundados sobre las montañas bajas y marítimas de este Principado, en los concejos que están a su ocaso, cerca del confín de Galicia.

Llámense vaqueiros porque viven comúnmente de la cría de ganado vacuno; y de alzada, por que su asiento no es fijo, sino que alzan su morada y residencia, y emigran anualmente con sus familias y ganados a las montañas altas.

Las poblaciones que habitan, si acaso merecen este nombre, no se distinguen con el titulo de villa, aldea, lugar, feligresía, ni cosa semejante, sino con del de braña, cuya denominación peculiar a ellas significa una pequeña población habilitada y cultivada por estos vaqueiros.

La palabra braña pudiera proceder del latín “brannam” que significa lugar alto y empinado. También se acepta que pudiera venir de la palabra asturiana “branu” que significa verano, por lo que braña podría ser considerada como lugar de verano.

También se dice que podría proceder de la palabra latina “veranía” (verano) lo que confirmaría que la palabra braña designa lugar de verano. Las braña solían estar situadas en lugares altos y empinados, con grandes desniveles, y así aprovechar los terrenos llanos de pasto para el ganado y secundariamente para la agricultura.

Esto marcaría la forma de vida de los vaqueiros. Los vaqueiros Vivian en chozas con muros de piedra y techos de paja o de teja. Las habían en los lugares de verano y en los lugares de invierno, ocupándolas según el periodo de la trashumancia.

En las brañas cuando no estaban ocupadas siempre se quedaba una persona conocida como el “vecindeiru” que era el encargado de cuidar la braña hasta la próxima ocupación.

Durante el verano subían a las montañas a trashumar y allí elaboraban un tipo de choza llamada “teito”, el techo era de escoba o piorno, las paredes de piedras, unos agujeros en las paredes simulaban ventanas y una puerta.

Son las actividades principales de los vaqueiros, el trashumar con el ganado en verano por las montañas altas de Asturias y León y otro el cultivar prados de guadaña para asegurar el heno que sirva de alimento a sus rebaños en invierno.

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Los vaqueiros de alzada pasan el invierno en brañas relativamente cercanas a la costa, y al llegar el verano, cogen todas sus pertenencias (familia, rebaños, animales, utensilios) y se desplazan en caravana hasta las tierras altas para alimentar el ganado.

Así mismo el ganado vacuno sirve como elemento de transporte de los utensilios o personas que emprenden el largo y difícil camino. Aunque la fechas son muy variables dependiendo del clima, las fechas de trashumancia suelen ser desde el 8 de mayo al 29 de septiembre.

El alimento básico de los vaqueiros de alzada es la leche, y aquellos productos que puedan cultivar como la patata o el maíz que es comprado con el excedente del ganado vacuno. Cultiva solo para existir, y trafica con el mismo fin, y sólo en los mercados libres.

Aunque teóricamente se encontraban bajo la jurisdicción civil, real y religiosa , no estaban sujetos en la practica a ninguna servidumbre, dado el tipo de vida que llevan. No pagaban impuestos y por lo tanto eran mal vistos por los “xaldos”.

Los matrimonios de los vaqueiros, más que al bien de las familias, parecen dirigidos al de los mismos pueblos.

Cuando alguno se contrae, todos los moradores concurren alegres a la celebridad, acompañando los novios a la iglesia y de allí a su casa, siempre en grandes cabalgatas, y festejando con escopetazos al aire y gritos y algaraza aquel acto de júbilo y solemnidad públicos, como si el interés fuese común y dirigido a la prosperidad de una sola y gran familia.

Para solemnizar los entierros se congrega también toda la braña; otro general convite reúne a sus vecinos en el oficio de consolar a los dolientes. Colocado el cadaver al frente de la mesa, recibe en público la última despedida, y en ella el último de los obsequios inventados por la humanidad.

Todos asisten después a presenciar el funeral, y dicho el último responso, los concurrentes, empezando por los más allegados, van echando en la huesa un puñado de tierra, y dejando al sepulturero la continuación de este oficio, se vuelven a sus casas pausados y silenciosos.

En los días próximos llevan los parientes y dejan sobre la sepultura algunas viandas, prefiriendo aquéllas de que más gusto en vida el soterrado. Costumbre antigua derivada de la gentilidad y común a otros pueblos, y que se tolera mirando estos dones como ofrenda hechas a la iglesia por vía de sufragio.

Tal es el modo que tienen estas gentes de llorar a sus finados; y si entre ellos son prolongados el dolor y la tristeza, verdaderas pruebas de su sensibilidad, son al mismo tiempo muy breves los lamentos y las lágrimas que tan mal componen con la constancia varonil.

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También son públicos sus bautismos, como si en ellos se solemnizase el nacimiento y la regeneración espiritual de un hermano común; así es que estos pueblos representan a cada paso la imagen de aquellas primitivas sociedades que no eran más que un gran familia, unida por vínculos tan estrechos, que hacían comunes los intereses y los riesgos, los bienes y los males.

Los vaqueiros no solían tener trato con los lugareños, los matrimonios se concertaban entre los miembros de una misma braña, en la mayoría de las veces con vínculos de sangre para lo que era necesario pedir dispensa. Incluso el contacto entre miembros de distintas brañas era escaso.

Richard Ford decía: “Cada pequeño clan se mantiene solitario y altivo, esquivando y despreciando a su vecino: se protegen contra la humanidad como protegen a sus rebaños del lobo; nunca se casan fuera de su propia tribu.”

Esta desconfianza llevó en algunas parroquias a colocar una baranda de madera o una viga de madera en el suelo, dividendo la iglesia, la parte delantera mas cerca del altar para los naturales, y la parte de atrás y mas alejada del altar, los de las brañas.

En la iglesia de San Martín de Luiña, aun se conserva la viga que separaba ambas partes de la comunidad. En ella se puede leer “no pasan de aquí a oír misa los baqueros”.

En 1844 se emitió una orden en la cual se decía que debían quitarse todas las marcas que impidiesen a los vaqueiros mezclarse con el resto de la población.

Sobre sus orígenes poco se sabe, se ha dicho sin fundamento que eran esclavos romanos huidos, moriscos, esclavos árabes revelados en tiempos del rey Aurelio e incluso como decía Jovellanos ramas de habitantes de la maragatería.

Se ha dicho que eran celtas renegados de otras tribus celtas que habian hecho amistad con los romanos. La realidad parece ser, que los vaqueiros son astures que llevaban un tipo de vida muy peculiar distinto a los agricultores y aldeanos de los valles, debido a su forma de vida y al cuidado de sus rebaños, por lo que fueron marginados.

Ello creó una serie de rasgos culturales propios y características diferentes del resto de los astures. A tal punto llegó la marginación tanto de los naturales como de la nobleza que el siglo XVII, Diego das Mariñas, señor de Campona, hizo una petición al rey para que se castrase a todos los vaqueiros a fin de que no se extendiese la raza.

Esta petición fue apoyada por algunos nobles más, pero a Dios gracias no se llevó a cabo. La cultura vaqueira se centra principalmente en leyendas, bailes, vestimenta y folklore que se conservaban en las brañas sin influencias externas.

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De los instrumentos típicos vaqueiros tenemos: “el pandeiru”, “la payetxa” (sarten de metal que se golpea con una llave), los crótalos o castañuelas que estaban tallados y pintados.

También tenemos el baile del pandero o la vaqueirada, tipo de canción que habla de las tareas cotidianas.

De las leyendas vaqueiras tenemos al “trasgu” (pequeño ser con un agujero en las manos y que se encargaba de cambiar las cosas de sitio en las casas), el “diañu burllón” (ser que se dedicaba a gastar bromas), el “nuberu” (encargado de dirigir la lluvia, las tormentas, la nieve etc.), “las xanas” (son ninfas de las fuentes y los rios, solo se encuentran en las brañas del interior).

Existen supersticiones como la de la Noche de San Juan, que se hacia una hoguera de helecho, laurel, hinojo, sándalo y excrementos de cerdo para ahumar al ganado y a los niños con el fin de prevenir males. (Este rito ya lo practicaban los celtas), el mal de ojo, que solo era causado por personas de otra braña, el mal del filo (cuando un niño se ponía enfermo, se llamaba a la curandera y con hilo se media primero al niño a lo alto, y luego a lo ancho con los brazos extendidos, si el niño media lo mismo no poseía el mal del filo, pero si por el contrario la medida no era la misma, se cortaba el hilo en nueve trozos, luego se echaban al fuego todos menos uno, que era colocado en la muñeca del niño, para ser quemado días después).

Sus apellidos eran: Feito, y Garrido. Hay una copla popular que dice “Antes que Dios fuera Dios y el sol diese nestos riscos, ya los Feitos era Feitos y los Garridos, Garridos”. Otros apellidos eran: Ardura, Acero, Antón, Arnaldo, Berdasco, Calzón, Cano, Blasón, Gayo, Gancedo, Riesgo, Redruello, Mayo, Sirgo, Gavilán y Parrondo. Uno de los principales lugares de vida vaqueira se encontraba en la población de San Martín de Luiña (en el Concejo de Cudillero), también los encontramos en el concejo de Valdés (capital Luarca).

Otros son: Brañaseca, la Rondiella, Gallinero, Busfrío, LLendepín, La Bordinga, La Puerca, Teixidiello y Los Gayuelos. Para ser considerado vaqueiro, habia que haber nacido en la braña y trashumar.

Eran católicos y su patrona es la Virgen del Acebo, aunque hay que tener en cuenta que eran gentes de deficiente evangelización propiciada por su modo de vida y consecuencia de su aislamiento, que conlleva la práctica de numerosas costumbres supersticiosas y arcaicas.