Al igual que en alguna de las cortes europeas, en la corte española era costumbre hacer público, mediante comunicados de palacio, las primeras menstruaciones de las infantas y princesas.
Estos comunicados distinguian a las “damas” como mujeres fértiles y por tanto, en edad de procrear. Y claro está, quedaban a disposición de cualquier príncipe o rey que estuviera a su altura en rango y clase para desposarlas.