Los Dinosauros

En estos tiempos es una información que damos por archiconocida, pero es curioso que, hasta el siglo XIX, nadie supiese siquiera que los dinosaurios hubieran vivido en la Tierra.

Los primeros restos identificados como tales se desenterraron en Inglaterra hacia 1815; la criatura a la que pertenecían fue denominada en 1824 “megalosaurus”, que significa “lagarto grande”.

El término “dinosaurio”, cuyo significado es “lagarto terrible”, no nació hasta casi veinte años más tarde, cuando fue propuesto por el británico Richard Owen.

Antes de este hecho ya se encontraban de vez en cuando fósiles de dinosaurio en China, pero se creía que aquellos huesos petrificados pertenecían… a dragones.

No es de extrañar el error, si tenemos en cuenta la gran similitud entre la imagen clásica del dragón y la de algunos dinosaurios, y que en China, además, el dragón es un animal mitológico de gran raigambre y tradición, y muy venerado en aquella cultura.

scrotum_humanum-5706105

El segundo dinosaurio conocido fue el Iguanodón. Fue en 1822 cuando Mary Ann Mantell, esposa del doctor Gideon Mantell, reparó en la campiña del condado de Sussex en unos dientes que sobresalían del suelo.

Los recogió para mostrárselos a su esposo, quien los envió a un “experto”, el cual los identificó como los dientes delanteros superiores… de un rinoceronte. Menos mal que la explicación no satisfizo mucho a Mantell, quien decidió recabar una segunda opinión y los llevó al Museo del Real Colegio de Cirujanos en Londres.

Allí los compararon con los dientes de una iguana sudamericana, y aun notando que eran mucho mayores, el parecido resultaba inconfundible. En consecuencia, el doctor Mantell decidió llamar al descubrimiento de su esposa “iguanodón”, que significa “diente de iguana”.

LEER  El hombre que robó la Gioconda, Vincenzo Perugia

Algún tiempo después se halló en la cantera de Maidstone el esqueleto de un iguanodón, y basándose en él se realizó una reconstrucción a tamaño natural… que presentaba un par de errores de bulto: el primero, que el animal se presentaba caminando a cuatro patas (algo que también había sucedido con el megalosaurus).

No obstante, la equivocación más famosa fue la adición de un cuerno, también descubierto por Mary Ann, sobre la nariz del dinosaurio.

Este error perduró hasta 1878, año en el que, al descubrirse especímenes mejor conservados, se pudo determinar que el “cuerno” era en realidad un espolón a modo de pulgar modificado, cuya utilidad, si bien no está clara, se piensa que pudo ser el utilizarlo a modo de puñal para defenderse de sus depredadores.

goodrich_iguanodon-5933400

En fin, como vemos, la investigación sobre críptidos ha tenido en ocasiones algunos yerros que, cuando menos, nos hacen a día de hoy esbozar una sonrisa.