
El escritor irlandés, premio Nobel de literatura y autor de Pigmalión, George B. Shaw era un gran amante de las flores.
Un día le regalaron un ramo. El escritor, horrorizado ante aquel regalo, dijo mientras se apartaba:
– ¡Quíteme eso de delante!
– ¿Pero, es que no le gustan las flores? – le preguntó el admirador sorprendido.
– Sí que me gustan las flores. Pero también me gustan los niños y no me dedico a cortarles la cabeza para ponerlas en un jarrón.