Quevedo, reunido con sus amigos y en tono desafiante, apostó una importante cantidad de dinero a que era capaz de decirle a la reina Isabel (esposa de Felipe IV) que era coja.
Con el dinero en el bolsillo el escritor espero la oportunidad de ganar su apuesta ante todos aquellos que pensaban que no osaría a decirle a su reina tal cosa.
Y la oportunidad se presento en forma de invitación. Quevedo recibió una invitación para asistir a una recepción en palacio. Su oportunidad de llevar a cabo su apuesta.
Y a palacio fue con sus mejores galas y con dos flores, una en cada mano, una rosa y un clavel. Al llegar a la altura de la reina Isabel, le entrego las flores diciéndola:
– “Entre el clavel y la rosa, Su Majestad es-coja”.