El conde Cagliostro, Inmortal en su Capullo

El conde Cagliostro, noble nacido en Palermo en 1743, no sólo pasará a la historia como masón y falsificador.

El conde estaba muy preocupado con su vida, quería, como todo el mundo, vivir más. Para ello tenía una técnica que él consideraba “infalible”, un método que regeneraba su cuerpo con una única consecuencia, alargar su vida.

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Para ello, se fijo en los gusanos de seda y trato de reproducir fielmente el proceso sufrido estos cuando se envuelven en su capullo de seda y renacen como mariposas. Su teoría es que si los gusanos podían hacerlo, porque no él.

Y así hizo, Cagliostro desnudaba a la persona en cuestión, la tumbaba en una cama envolviéndola en una manta y a lo largo de un mes la dejaba reposar así alimentándola sólo con caldo de pollo.

El conde aseguraba que pasados unos días el individuo empezaba a perder el pelo y a caérsele los dientes hasta llegar a un estado de debilidad extremo.

Llegado a ese punto el moribundo empezaría un proceso regenerativo que le devolvería sus dientes y pelo. Pero no solo lo perdido volvería a su ser, sino también la ansiada juventud.

Es cierto, la ciencia corrobora que la acción del escorbuto y la falta de ingestión de vitamina C produce  en una persona  la pérdida rápida del pelo y los dientes.

La mitad del experimento es por tanto acertada, el problema es la segunda parte, ninguno de sus “lanzados” conejillos de indias en busca de la juventud lograba esta, y lo que es peor, perdía cabellera y dientes para siempre.

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