Siempre es difícil conocer los precios de las prostitutas, y si nos remontamos a 1620 en Sevilla, más aún.
Según Morales Padrón, las rameras solían ganar hasta cinco ducados diarios si estaban de buen ver y vestían bien (izas), o 60 cuartos si eran feas, ajadas y con defectos (rabizas).
Una cifra que no nos dice nada a no ser que la comparemos con el coste de la vida de aquella época, o los salarios existentes. Un servicio solía costar la cuarta parte del salario medio cotidiano de un operario o jornalero.