La esclavitud era corriente en la sociedad española en los siglos XVI y XVII y como tal eran simples “objetos” de la voluntad de sus dueños.
Cuando estos no estaban de acuerdo con su condición, llegando a rebelarse o crear situaciones conflictivas, sus dueños ordenaban “marcarlos” tatuándoles en la mejilla una marca para que todo el mundo conociera su condición.
Las marcas más utilizadas fueron:
- una S y un clavo,
- una flor de lis,
- una estrella,
- las aspas de San Andrés,
- o el nombre de su amo.