Juan Belmonte, (1892 – 1962), torero español que tomó la alternativa en 1913, se le considera el padre del toreo según se entiende en la actualidad.
En sus comienzos las cogidas fueron algo común a su carrera. De él se dijo:
“Los centenares de cogidas que sufrió en estos primeros años — cita de Los toros de Jose María Cossío— le rodeaban de una leyenda extrataurina que cuajó en el entusiasmo de algunos hombres de letras y artes, que le convirtieron en su ídolo, y plasmaron como aureola toda una teoría patético-estética que nada tenía que ver con el arte del toreo, auténtica profesión del diestro, pero que contribuía a difundir la popularidad de Belmonte en ambientes alejados de los cosos taurinos.”
Pero a Belmonte no solo le gustaban los toros, era gran admirador de Ortega y Gasset y frecuentaba los círculos intelectuales de su época de los que siempre recordará lo que en una ocasión le dijo Valle Inclán:
“No te falta más que morir en la plaza”.
Esta frase la solía repetir Don Ramón del Valle-Inclán al diestro, algo que le marcó.
