El Candelabro de Paracas

Cerca de la Reserva Nacional de Paracas en Perú, en el puerto de El Chaco se encuentra sobre un alto acantilado de la costa el famoso Candelabro, conocido también como Tridente o Tres Cruces, un geoglifo de más de 177 m. de largo y 54 m. de ancho (en su base aparece un rectángulo de 20 por 14 m. donde hay un gran socavón central) con una profundidad en la arena que fluctúa entre los 10 y 60 cm.

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Del candelabro se desconoce su origen, sus constructores, fecha, antigüedad, su significado y utilidad.

Según el investigador suizo Erich von Däniken en su libro Regreso a las Estrellas:

“Algunos arqueólogos opinan que el -candelabro- de la pared rocosa de la bahía de Pisco sería una señal costera para ayuda a la navegación de cabotaje. A esta tesis se opone el hecho de que el -candelabro- se encuentra en una bahía y de que, por tanto, no puede ser visto desde cualquier parte por las naves que pasen cerca de la costa. Tampoco concuerda con esta hipótesis la consideración de que una señal de estas medidas habría sido desmesuradamente grande para la navegación marítima, aparte que es muy dudosa la existencia de este tipo de navegación en épocas muy primitivas. Pero, sobre todo, tenemos el hecho de que los constructores de este -candelabro-, lo dispusieron mirando hacia el cielo. Por otra parte, aún se ha de aclarar por qué no se utilizaron como puntos de señalización para la navegación marítima las dos islas que se encuentran en el mar abierto, siguiendo la prolongación del brazo central del -candelabro-, si es que en realidad se pretendía que éste sirviera como señal. En estas islas había puntos de orientación naturales que podían verse desde cualquier lado. Así, pues, ¿por qué se iba a construir una marca que no podía ser vista en absoluto por las embarcaciones que llegaran tanto del Norte como del Sur? ¿Y por qué crear una señal de navegación que mira hacia el cielo? Además, aparte un desierto de arena, no hay allí nada, absolutamente nada, que pueda atraer a un marino, y, por otra parte, la escasa profundidad de las aguas debió impedir también, ya en épocas primitivas, que las naves se acercaran a la costa.”

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